Los niños suelen darse cuenta de su oreja con microtia alrededor de los tres años, y se empiezan a referir a ella como la oreja pequeña o el oído cerrado.

Lo mejor que pueden hacer los padres es hablar abiertamente con el niño sobre el hecho de que nació con una oreja grande y otra pequeña y que cuando sea más mayor, si el niño quiere, se puede hacer más grande esta oreja pequeña para que coincida con la otra.

Como madre de un niño con microtia, creo absolutamente esencial que toda la familia acepte este hecho de una manera totalmente normal.